Las palabras se convierten en nuestro peor enemigo, es nuestra forma de luchar, siempre en guerra.
Te miro y no veo nada. Nada.
Todavía no sé que intento salvar, si lo poco que queda, o lo poco que quiero creer que permanece.
Ya no me inspiras. Ya no lloro. Tampoco te necesito.
Podemos renunciar a ese poco, o pelear y volver a herirnos.
Si no hay ilusión, podríamos crearla. Pero no me quedan fuerzas.
¿Y ahora qué?
Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño.
ResponderEliminarSi no hay nada, no dirías nada. Mejor sálvate de ti misma y abre la llave que libere tu mente.
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