domingo, 17 de marzo de 2013

Ella era poesía; Él música

Ella no cesaba de escribirle. Él nunca la leía -cuantos textos dedicados entre lágrimas-
Él calculaba su amor y planteaba mil problemas matemáticos sobre la química que les unía,
Ella apreciaba su arte y la obra arquitectónica que simulaba cada mejilla al sonreír,
Él la solía llamar <<Diosa del orgullo>> en sus peores pesadillas.
Parecían tan similares. Son tan diferentes.
Ella se pregunta qué pasará cuando él se desvanezca totalmente: "¿A quién o a qué escribiré?"
Llegarán esos besos que no significan nada, pero que te limpian la garganta,
y te hacen soñar un poco sobre la fantasía de otros ojos mucho más verdes -más sinceros-.
El pragmatismo y la melancolía nunca casan, como juntar agua con aceite. Imposibles de unir.
Ahora mira desde los ojos de la felicidad, de una profunda tranquilidad, sabe que nada de eso le pertenece ya. Ni esos recuerdos son suyos. Están en el aire.
Hemos lanzado el globo.
Y no lo veo ni con las gafas puestas.

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